lunes, 22 de marzo de 2010

Ernestina Pais: "No podría hacer algo en lo que no fuera yo"


La conductora habla de su ambivalente relación con la fama, de su ciclo en Radio Metro y de los desafíos de CQC, que regresa esta noche tras la polémica en Rosario



Por Ricardo Marín
De la Redacción de LA NACION


Cuenta que en sus primeras apariciones en TV, cuando hacía notas cortitas de tres minutos para Jorge Guinzburg, usaba pelucas para que no la reconocieran porque le daba vergüenza la exposición en la pantalla. Con el correr del tiempo, se convirtió en una de las conductoras más prestigiosas de ese medio, título que revalidará esta noche, a las 22.30, cuando vuelva por Telefé una nueva temporada de CQC , programa que Ernestina Pais conduce desde hace un año, en reemplazo de Mario Pergolini en esa función.

-El año pasado, cuando estabas por reemplazar a Pergolini, ¿te preocupaba que se dijera que iba a ser difícil para una mujer cumplir con ese rol?

-[Se ríe.] Esa era la parte más divertida del desafío. Lo real era el laburo, ejercer el oficio. Lo otro resultaba muy divertido. Que en pleno siglo XXI se cuestionara que una mujer pudiera conducir un programa de televisión era como un absurdo. Desde el lado de Mario yo entiendo que lo planteaba como una cuestión estética. Pero que los periodistas me preguntaran si creía que como mujer iba a poder hacerlo me resultaba muy gracioso. Para mí, era un detalle muy menor. Yo soy mujer desde que nací. Convivo con eso desde siempre. Todo lo que hice lo hice siendo mujer.

-¿Qué balance hacés hoy de aquel desafío?

-El mejor. Fue la primera decisión que me tocó tomar sola. Me refiero a lo afectivo, porque era la primera vez que hacía algo así sin que estuviera Jorge [Guinzburg], que era la persona a la que yo le consultaba todo. En ese sentido crecí. A los golpes, pero crecí. Por otro lado, fue maravilloso el cambio de pasar de hacer tres horas diarias al aire a una hora y media por semana. Además, estuvo bien el programa. Seguramente, hay mucho que mejorar, pero el balance, sin duda, es positivo.

-¿Y en la adaptación con tus compañeros en la conducción?

-Tuvimos que ajustar ciertas cosas simples, como es algo lógico. Es un entorno nuevo, tiempos nuevos. Yo en CQC estoy siempre mirando a la cámara. Muy diferente de lo que hacía en Mañanas informales, donde miraba a los que conversaban conmigo. Tuvimos que ajustar cuestiones espaciales y algunas otras de contenido. Por suerte, en esto último, muy poco, porque siempre entendimos el programa muy parecido los tres.

-¿Cómo lo entienden? ¿El género, por ejemplo?

-Te lo voy a recitar. CQC es un programa de humor que tiene como materia prima la vida misma. Esto consta de dos ítems: política y espectáculos. Tratamos de hacer coberturas diferentes de lo mismo y, obviamente, desde el humor. Lo que pasa es que ese humor hace hincapié en algunas cuestiones de las que uno se ríe, pero que a veces muestran otras cosas.

-Y ahí viene la denuncia, el escrache?

-No, un momentito. El hecho de que los noteros salten la valla como decimos, que se metan en lugares a los que otros no llegan muestra cosas que sorprenden, lo cual no convierte a CQC en un programa de denuncias ni de investigación. Esa no es la intención.

- Pero, entonces, ¿para qué hacen una nota como la que desató el escándalo en Rosario?

-Esa es una nota del tipo de las que hicimos el año pasado, cuando había una enorme polémica por los piquetes. Ibamos y les preguntábamos a personas que estaban estacionadas en doble fila qué opinaban de los piqueteros. La mayoría se despachaba de lo lindo en contra de ellos. Entonces, les hacíamos notar que ellas también estaban en infracción. Son para mostrar una serie de cosas que nos hemos acostumbrado a ver como normales, pero que no lo son. La nota de Rosario no fue en un hotel alojamiento, como se dijo, ni el chico fue expuesto a nada ni se escrachó a nadie. Elegimos la figura de un cura porque es una imagen muy clara de que es una persona que no se puede casar, ni ese chico puede ser su hijo. No fue para atacar a la Iglesia ni nada por el estilo. Lo que llamó la atención en estas notas es que en 10 lugares no pasó nada y sólo en uno se hizo la denuncia. También en este tipo de notas vamos a ver otras, como la de un joven que deja el coche en una playa de estacionamiento y al rato vuelve simulando estar completamente borracho y le dan el auto como si nada. Me duele que se critiquen estas notas sin haberlas visto y sin saber cómo son.

-¿Alguna vez tuviste que presentar notas con las que no estabas de acuerdo?

-No. Con Juan [Di Natale] y Gonzalo [Rodríguez], vemos el material en crudo de las notas y opinamos mucho sobre ellas. Esas opiniones se respetan. Nunca me pasó tener que poner al aire una nota con la que no estaba de acuerdo.

-¿El hecho de haber llegado a donde estás fue planificado?

-Yo no planifiqué nada, pero es como si hubiera alguien que lo estuviera haciendo por mí.

-¿Cómo es eso?

-Nunca me imaginé que las cosas se iban a dar como se dieron. Pero lo hicieron de una manera perfecta y en los tiempos que se tenían que dar. Yo no me hubiera bancado de entrada en televisión estar al frente de Mañanas informales . La exposición me daba mucha vergüenza. Yo estudiaba cine, fotografía y creía que la mano venía por ese lado. Creía que lo que hacía en televisión era sólo para juntar unos manguitos más.

-¿Quién te convenció de que no era así?

-Jorge. Me fue demostrando que yo podía hacer esto, que igual que la fotografía esto también es una manera de comunicar. Y así fui asentándome, pero casi siempre al lado de él. Más veces dije que no en televisión que las que acepté propuestas. Para mí, la exposición no es cualquier cosa. Hay gente que toma esto como un trabajo y nada más, y le da lo mismo hacer una cosa o la otra. A mí no. No podría hacer algo en lo que no fuera yo. Pero, por suerte, cada cosa fue llegando cuando estaba madura para aceptarlo. Esa cosa shockeante de entrar a la casa de Gran Hermano y salir famosa no es para mí.

-¿Y con la radio cómo te llevás?

-Muy bien. El trabajo en la radio es muy diferente del de la televisión.

-Por ejemplo en?

-Que no tenés que maquillarte ni peinarte ni salir con tacos de doce centímetros. Eso es como una ventaja de dos horas menos respecto a la pantalla para prepararte. Imaginate lo que era todos los días, en la época de Mañanas informales: tener que estar así de punta en blanco a las nueve de la mañana. Más todo lo que había que preparar para hacer las entrevistas. Porque en TV no podés tener el material ahí para mirar de reojo. En radio, eso no pasa. Si llegás tarde, ponés un temita más de música. Los tiempos son diferentes, más pausados. Todavía tengo fotos del primer programa de radio que hice, al que iba en joggineta; uno que hacíamos con Daniel Tognetti a fines de los 90 en Radio Uno, los sábados a la mañana. Se llamaba Levántate y anda .

-Tu preferida es la radio, entonces.

-No. A ver: la radio es como un matrimonio en el que te llevás muy bien y con el que estás muy cómoda y feliz. Y la televisión es como un amante que te brinda una gran dosis de adrenalina. ¡Qué lindo tener esa adrenalina y un amante cada tanto! ¿No?
lanacion.com

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