martes, 5 de enero de 2010

EL IDOLO QUE CONQUISTO CON ESE PALPITAR...


Sandro comenzó emulando a Elvis Presley, pero después impuso su estilo desenfadado con canciones destinadas a sacudir el corazón de sus seguidoras.


Sandro se despegó de la rebeldía propia del rock
para convertirse en un ídolo que conquistó América
con sus labios carmesí.
Una vida reflejada en el cine.

Como suele ocurrir muchas veces, el destino artístico de Sandro, comenzó a forjarse a partir de un hecho en apariencia intrascendente, una jugada del azar. Cuando a principios de los 60, durante una presentación en un club con "Los de Fuego" el cantante original de la banda se quedó sin voz. Sandro, que tocaba la guitarra, dio un paso al frente y marcó el inicio de una leyenda.
Entre los asistentes se encontraba el representante artístico Mario Naon, quien quedó impactado con la performance de aquel jovencito espigado, de ojos negros, labios carnosos y abundante cabello oscuro que se contoneaba sobre el escenario con la misma pasión con la que seguía de cerca la carrera de su ídolo, Elvis Presley. La banda pasó a llamarse Sandro y Los de fuego y con un repertorio que incluía varios covers de artistas internacionales como Bill Haley, Elvis, Jerry Lee Lewis y Paul Anka, causó verdadero furor, especialmente entre las muchachas más jovencitas que gritaban enloquecidas con cada aparición del "Elvis criollo" o "Elvis latino". "Yo me nutrí con el rock. Gracias al rock dejé las calles, las navajas y las cadenas, y agarré una guitarra. Dejé la campera de cuero y las pandillas. El rock me salvó. Me salvó de que fuera quizás un delincuente", señaló en una oportunidad el ídolo.

Los comienzos

Nacido un 19 de agosto de 1945 en el barrio industrial de Valentín Alsina, al sur de la ciudad de Buenos Aires, fue el único hijo de Irma Nydia Ocampo y Vicente Sánchez, hijo de un húngaro de sangre gitana. Como los funcionarios del Registro Civil no le permitieron a sus padres anotarlo como Sandro, fue llamado Roberto. Sin embargo, el nombre fue reflotado luego para la carrera del cantante. A partir de su primer disco solista, "Alma y fuego", de 1966, Sandro comenzó a volcarse hacia ritmos más melódicos, menos rockeros, que se tradujeron luego en baladas como "Así", "Las manos" y "Porque yo te amo" o el logrado cover de "Strangers in the Night", de Frank Sinatra, que comenzaba con "Dos extraños son...". Sin embargo, siempre hubo lugar para canciones pegadizas como "Tengo", "Rosa, Rosa" u otras más bien "agitanadas" como "La vida sigue igual". Otros grandes éxitos fueron "Quiero llenarme de ti" y "Trigal".

El cine

De la mano del suceso musical, llegaron las películas. Su primer filme protagónico fue "Quiero llenarme de ti", en 1969, en el que compartió cartel con la joven estrella del momento, Soledad Silveyra, con la que también trabajó en "Gitano", de 1970, año en que actuó en el Madison Square Garden de Nueva York. En 1976 se estrenó "Tú me enloqueces", junto a Susana Giménez. Entre 1965 y 1980 rodó más de una decena de películas y en 1982 viajó a San Juan de Puerto Rico para grabar la telenovela "Fue sin querer". Actuó en casi todas las capitales de América Latina. Así, se convirtió en "Sandro de América".
Cada uno de sus espectáculos se convertía en un éxito. En 1993 batió un récord con su show "30 años de magia" en el teatro Gran Rex de Buenos Aires, brindando un total de 18 funciones. Ni siquiera sus problemas de salud, que comenzaron a aflorar en los años 90 debido al descomunal consumo de cigarrillos -llegó a fumar cuatro paquetes diarios-, lograron interrumpir su carrera.
A pesar de enfisemas, neumonías y cirugías debido a su enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), Sandro se recuperó una y otra vez para seguir deleitando a sus fans, sus "nenas". En 2001, llegó incluso al extremo de presentarse sobre el escenario con lo que bautizó "el micrófono de MacGyver", que llevaba adosado un cañito plástico conectado a un tubo de oxígeno, artilugio ideado junto a su kinesiólogo.

Morir en el escenario

Dicen que la carrera de Sandro podría haber sido aún más exitosa de lo que fue. Sin embargo, el cantante prefirió quedarse en el país y llevar una vida tranquila. Dedicado a la música y a sus fans. "Soy Roberto Sánchez y hago de Sandro como si hiciera de Batman. Sé que un cantante de pronto es más importante que un político: recibe todo el amor y todas las frustraciones del mundo. Y encima le pagan sin tener que prometer nada. Lo menos que puedo hacer es matarme en el escenario", confesó en una oportunidad.
LA GACETA

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