jueves, 30 de abril de 2009

EL FOLKLORE SIGUE VIVO SEGUN EL CHAQUEÑO



Sombrero, guitarra, poncho y una zamba a viva voz. Es una postal del Chaqueño Palavecino, que se presentará mañana y el sábado, a las 21.30, en el teatro El Círculo, Laprida y Mendoza.
Con la confianza que le da su prolífico camino recorrido, el músico del Chaco Salteño reconoció que tuvo momentos de su carrera en los que le tocó "bailar con la más fea" y agradeció el impulso que le dio al género artistas como Soledad y Los Nocheros. "Yo muero en lo mío. Cuando me decían «ya no se canta con sombrero», me lo metí más hasta las cejas. Porque esto es lo que siento", destacó en diálogo con este diario.

—El folclore tradicional sigue siendo la apuesta permanente en sus trabajos

—Sí, yo creo que el argentino quiere eso y trato de ir para ese lado. Ahora estoy con el homenaje a Horacio Guarany, porque más allá de la amistad que me une a él considero que el pueblo lo pide y que es uno de los tantos grandes que tiene la Argentina, con mayúsculas. Quería grabar este disco por varias razones y lo voy mostrando con mucho gusto en cada show.

—¿Siente que el aplauso de la gente va tanto para usted como para él?

—Sí, es así, la gente valora mucho lo que hizo Horacio y valora el gesto mío, porque no cualquiera le graba 21 temas como hice yo en el disco "Abrazando a un caudillo". Además este disco ocupó el segundo puesto en ventas, y para mí es un orgullo, porque soy alguien que canta música criolla, que vengo del monte, y me sumo a un cancionero de argentinidad. Uno trata de ser honesto con uno mismo y hacer lo que siente.

—En los 70 se hablaba de los grandes referentes del folclore y se citaba a Guarany, a Cafrune, a Larralde. ¿Usted se siente como un referente actual del género?

—Me lo hace notar la gente, adonde voy. Yo no tengo un lugar adonde vaya que no firme un autógrafo o haya alguien que se quiera sacar una foto conmigo, en un comedor, en una estación de servicio, en un avión, donde sea. Siempre hay un reconocimiento de la gente. Y eso va más allá del público de folclore. Lo mío dejó de ser común. Adonde voy me descubren, encima con mi sombrero mucho peor (risas). Entonces creo que ellos me ponen en la lista junto a esos intérpretes, y en algún momento vendrán otros a ocupar mi lugar. Al menos me doy cuenta que todo mi esfuerzo no ha sido en vano.

—¿Usted sostiene que todo folclorista debe utilizar una vestimenta como la suya en el escenario?

—No, algunos no lo hacen porque no lo sienten. Yo vengo de una tradición de mis mayores que usaban las bombachas arrastrando y el sombrero hasta las cejas. Así se vestía el paisano nuestro, orgulloso de lo nuestro. Yo lo valoro y hasta siento más fuerza tocando con esta pilcha. De todos modos respeto a quienes usan otra cosa, y más si se trata de gente más joven.

—¿Cree que el folclore le debe mucho a Soledad en lo que respecta al público juvenil que captó para el género?

—Si no hubiera sido porque Soledad revoleó el poncho y cantó chacareras y zambas, habría mucha juventud que hoy no conocería qué es el folclore. Todos fueron detrás de ella. Y esa generación había perdido el folclore, capaz que si el más viejo de la familia escuchaba una zamba lo retaban. Pero Soledad tuvo esa autoridad de hacer que la gente lo escuche.

—¿Al armar un espectáculo junto a Soledad y Los Nocheros está demostrando una apertura hacia el costado más moderno del folclore?

—Y, sí, ese espectáculo está reprogramado para el 16 de mayo en la cancha de Vélez. Es un conjunto de seis personas, todos nos respetamos porque creo que tanto Los Nocheros, Soledad y yo aportamos un párrafo importante al folclore, tanto en la década anterior como en ésta. Y hay que considerar que en el momento más difícil nos tocó bailar con la más fea. Yo busqué espacios a ponchazos y a sombrerazos,

—¿Por qué dice que le tocó bailar con la más fea?

—Y, porque entró mucho la música foránea, lo nuestro era difícil, no llegábamos a las grandes capitales. Nosotros pudimos demostrar que el folclore está vivo y que siempre está con la llamita encendida, sobre todo en el interior.

—¿Cuál es el secreto de su vigencia?

—Nunca me corrí de mi estilo, cuando me decían «ya no se canta con sombrero» me lo metí más hasta las cejas (risas). Muero en lo mío y nunca me traicioné. Es más, hasta canté con gente de la cumbia y con Los Auténticos Decadentes. Soy como fue don Sixto Palavecino, que compartió escenarios con mucha gente pero siguió firme en lo suyo.LA CAPITAL DE ROSARIO DE SANTA FE

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