viernes, 26 de diciembre de 2008

KATE WINSLET LA ESTRELLA DE "TITANIC" NUEVAMENTE FILMO CON LEONARDO DI CAPRIO


La actriz que se hizo famosa en Titanic vuelve a protagonizar un film junto a Leonardo Di Caprio. En esta entrevista cuenta cómo fue esa experiencia y habla de su vida, de la fama y de la comida.

Si pasa un rato con Kate Winslet, tarde o temprano surgirá el tema de la comida. Tal vez usted no sepa, por ejemplo, que el último trabajo que tuvo, antes de introducirse en el mundo del cine, fue detrás de un mostrador en un local de comidas. “Preparaba sandwiches. Cortaba queso. Molía café” cuenta. “¡Me encantaba!”.

Hasta el día de hoy, a Winslet le gusta relajarse en la cocina. “Pico comida y preparo cosas sin parar”, me dice. “Realmente me resulta relajante. Medito mucho mientras corto y cocino”. Y además está la revelación que tuvo algunos fines de semana atrás -en un restaurante, ¿en qué otro lugar sino? Winslet y su marido, el director Sam Mendes, habían salido a comer con sus pequeños hijos- una ocasión que, insiste la actriz, es relativamente extraña. “Nos gusta que vean esas cosas como algo divertido, como debería serlo, y de hecho, para mí lo sigue siendo”. Sonríe. “Estábamos almorzando, yo bebía una copa de vino y comía pan con mantequilla, y me volví hacia Sam y le dije: ‘¡Soy tan feliz!’”.



Ahora, no muchas actrices serían vistas en público comiendo pan, y menos aún pan y mantequilla. (“Mucha mantequilla” enfatiza Winslet. “No hay nada como eso”). Pero por otra parte, Winslet nunca ha sido como otras actrices. Desde que alcanzó el súper estrellato con Titanic, en 1997, parece haber pertenecido a una categoría propia: tiene un talento incomparable, lleva de manera espléndida un cuerpo robusto dentro de una profesión donde la delgadez es una obsesión, y es absolutamente realista. Su rostro tiene una delicada belleza, pero esa firme mandíbula parece marcar su interés por interpretar personajes fuertes e inflexibles. “Kate Winslet siempre está desnuda, sentada en un retrete, o corriendo sin ropa”, dijo hace poco Halle Berry. “Es una mujer libre. Quiero ser la clase de actriz que puede estar realmente cómoda con su cuerpo de esa manera”.

Cuando le leo la cita de Berry a Winslet, se ríe a carcajadas con alegría. “¡Oh! Es sorprendente. ¡Hace que valga la pena el esfuerzo! Me emociona que alguien como Halle diga algo así. Pero lo que me gustaría decirle a ella es: ‘Bueno, tú puedes hacerlo’, porque todo lo que hago es decir: ‘¡Me importa un comino!’”.


Estamos sentados en la oficina de su marido, en el centro de Manhattan. (Winslet y Mendes dividen su tiempo entre un departamento en Manhattan y una casa de campo en la Inglaterra natal de ambos). La actriz de 33 años, que está vestida con unas botas altas negras, unos jeans negros, una chaqueta negra, y una camiseta blanca, habla de manera animada y desinhibida mientras -a aquellos preocupados por la salud no les gustará oír esto- fuma un cigarrillo que se acaba de armar ella misma.

Kate Winslet tiene un estilo propio. Es la actriz más joven que alguna vez haya recibido cinco nominaciones para el Premio de la Academia, y las dos películas que estrena en diciembre –Solo un Sueño (dirigida por Mendes) y The Reader- podrían lograr que obtenga una o dos más. En Solo un Sueño, ofrece una asombrosa actuación como April Wheeler, una joven esposa que se rebela contra la complacencia de los suburbios de los años 50. El papel de su marido lo encarna su compañero en Titanic y viejo amigo Leonardo DiCaprio. Es la primera vez, después de doce años, que vuelven a trabajar juntos, y para Winslet una de las cosas más encantadoras de esta reunión es poder ver en la pantalla cómo han envejecido los dos.

“Me digo: ‘¡Maldición! ¡Mira esas frentes!” exclama. “Es decir, Leonardo tiene ese asombroso hoyuelo aquí –señala un lugar entre sus cejas- que no era tan prominente en esa época, y esto –Winslet señala las arrugas en su propia frente- ahora está mucho más prominente. Me encanta ver esas cosas. Disfruto de los cambios por lo que pasa mi cara, de la misma manera que me doy cuenta, al mismo tiempo, de que la máquina ya no está tan bien aceitada como lo estaba antes”.

Puede que haya sido más joven y más activa doce años atrás, pero no era más feliz. Mientras terminaba de rodar Titanic, su primer amor –el actor y escritor Stephen Tredre- estaba muriendo de cáncer de huesos. “Yo era muy joven, y no estaba preparada para nada de eso”, dice acerca de la combinación entre el dolor y la fama internacional que obtuvo. Mientras trataba de encontrarse a sí misma profesionalmente -durante algunos años hizo películas pequeñas y extrañas- luchaba en lo personal. En 1998, se casó con el asistente de dirección Jim Threapleton, y en 2001, un año después de que la pareja tuvo una hija, Mia, se divorciaron.
“Estaba muy, muy perturbada por el hecho de que tenía que hacer algunos grandes cambios en mi vida para poder ser yo misma, pero bajo esta suerte de estandarte de estrella de cine”, dice Winslet. “Fue un equilibrio muy difícil de encontrar. Ahora siento que lo tengo. De hecho, creo que lo tengo hace tiempo. Y eso principalmente tiene que ver con mi increíble esposo”.

Winslet y Mendes se casaron en 2003; el hijo de ambos, Joe, nació a fines de ese mismo año, y la hija de Winslet vive con ellos. “Tener hijos pone el mundo entero en perspectiva”, dice. “Todo lo demás simplemente desaparece. Lo que quiero para mis hijos es que puedan mirar al pasado y me recuerden en la cocina preparando la comida para que lleven al colegio, en el camino a la escuela, o tomando un autobús. Quiero que recuerden esas cosas, porque esas son las cosas que yo recuerdo de mi infancia y que han sido muy importantes para mí. También pienso que esas son las cosas que los chicos necesitan para convertirse en chicos normales. No quiero que sientan que son distintos al resto por mi trabajo o por el de Sam”.

Lo que ella quiere darle a sus hijos fue lo que ella tuvo: una familia firmemente conectada con la realidad. Su padre era actor y los padres de su madre dirigían una compañía de repertorio. “Nunca tuvimos dinero”, dice. “Realmente me crié en un mundo de actores que trataba de salir adelante y que lo hacían porque amaban su trabajo”.
Aunque a los Winslet les apasionaba la actuación, no se hacían ilusiones con ella.



“Siempre nos dijeron: ‘Muy bien, si esto es realmente lo que quieren hacer, está bien. Solo sepan que no va a ser nada fácil’”, cuenta Kate. “Siempre nos decían: ‘Quizás no lo obtengas, pero da todo de ti. No tienes nada que perder. Solo trabaja duro y sé tú misma’. Eso era lo principal: ‘Sé tú misma. No trates de ser como la chica que está adelante tuyo en la fila. Sé tú misma’”.


Kate Winslet junto a su marido Sam Mendes, drector del film en el que vuelve a compartir cartel con Leo Di Caprio
El consejo le fue muy útil a Kate cuando audicionó, junto a cientos de otras adolescentes, para coprotagonizar Criaturas Celestiales, en 1994, una película dirigida por un no tan conocido, en ese entonces, Peter Jackson (El Señor de los Anillos). Winslet estaba trabajando en el local de comidas cuando recibió la llamada. “Estaba preparando un sandwich”, recuerda. “Tuve que irme del trabajo inmediatamente, y otro tuvo que terminar el sandwich para el pobre cliente, porque yo estaba histérica. Luego tuve que volver caminando a casa porque había olvidado recoger mi paga antes de irme del trabajo y no tenía boleto para el autobús”.

Consiguió este importante papel siguiendo el consejo de sus padres. Un consejo, me dice Winslet, que ahora se ve dándole a sus propios hijos: “Sé tú mismo. Eso es todo lo que necesitas ser. ¿Por qué quieres ser como otra persona? Sé tú. Sé tú”.MSN ARGENTINA

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