viernes, 24 de diciembre de 2010

En la noche del 24 es mejor no hablar de fútbol, política o conflictos

El exceso de alcohol debilita los filtros emocionales
y puede inducir actitudes inconvenientes.



Hoy por la noche miles de familias estarán reunidas. Toda la parentela, algunos que no se vieron mucho durante el año se van a reencontrar para compartir una de las fiestas más importantes: Navidad.

Van a descorchar algún champán, sidra o vino que habrán reservado para la ocasión y, por supuesto, de algo hay que charlar.
Entonces, ¿qué cosas habría que evitar decirse en la mesa navideña, especialmente, cuando se tienen unas copitas de más? Lo primero, explica la psicóloga laboral Graciela Chamut, sería evitar las discusiones sobre los clásicos temas candentes: política, fútbol y religión, más todavía si se tienen ideas opuestas.

"Hay que aprovechar la reunión para mirar al otro desde lo que tiene de bueno, lo que me gusta, lo que me hace feliz, las habilidades, capacidades. En la pareja uno se olvida qué lo enamoró porque siempre está lanzándole una cantinela de reproches", sostiene la especialista.
Es por eso que pasado el "tercer vaso" es aconsejable callar ciertas cosas. "En algunas personas desaparece la avidez de beber cuando ya se han ingerido tres vasos, se da una especie de saciedad natural", explica Gustavo Marangoni, médico especialista en adicciones.
Pero en otros no sucede lo mismo. "Cuando los mecanismos de saciedad son transgredidos constantemente ese freno natural desaparece -agrega Marangoni- y comienzan a aparecer los problemas en el consumo de alcohol".

Las etapas

Con unas copas de más, los filtros desaparecen y la mesa navideña puede llegar a transformarse en una arena de lucha en la que algún pariente quiera aprovechar la presencia de otro para entablar largas charlas que no siempre pueden tener un final feliz.

Hay algunas señales que sirven para identificar si alguno de los invitados se ha entusiasmado con el brindis.

"El primer síntoma es la deshinibición. El lóbulo frontal reduce la capacidad de regular, entonces, las emociones salen sin filtros", comenta Marangoni. Los que en esta etapa pueden verse beneficiados son los tímidos y los introvertidos, quienes por lo general tienen demasiados frenos a la hora de actuar. Pero, como asegura el médico "el alcohol es una perinola", puede comenzar siendo una comedia, transformarse en un drama y finalizar como una tragedia. Quizá este no sea el momento indicado para presentar a una novia o novio.
La segunda fase es la diuresis forzada, una intoxicación leve. "Pone la mano en la mesa en busca de referencia , abre los pies, endurece las rodillas y camina como robot", describe Marangoni. La tercera fase es la torpeza, por lo general va a derramar un vaso, se puede caer o tropezar y comienza "la jocosidad sin fundamentos", que serían las reacciones emocionales desbordadas. Si es pura alegría, no habrá mayores problemas, pero a veces puede manifestarse en forma violenta.
Luego vendrá el sopor - relata el médico- y, si todo queda ahí, el estupor. Es la típica imagen del pariente desparramdo en la mesa mientras que los demás le tiran papelitos, lo molestan pero él no reacciona. "El único estímulo al que responderá será al dolor. En el caso de que esto no suceda puede tratarse de un coma alcohólico", explica el especialista. En este caso hay que correr a la guardia de un hospital.

Un balance

Si se va a hacer un balance del año que se va, entonces, sería mejor que no se tratara de las cosas que no se lograron, de los fracasos personales y profesionales, sino se corre el riesgo de terminar una Navidad entre lágrimas y abrazado a la botella de sidra.
"Primero habría que hacer un balance honesto: en que cosas me fue bien, las bendiciones que he recibido y aprovechar para dar gracias a Dios o a alguna persona", aconseja Graciela Chamut.
Pensar que hay momentos en la vida en los que, como remarca la psicóloga, "se hace la plancha" y no hay que tomarlo como un fracaso. "Por ejemplo, la mamá de un niño chiquito, seguramente, no se habrá podido preocupar por su desarrollo profesional".
Si han quedado cuentas pendientes la mesa navideña puede resultar un buen momento para anunciar algún proyecto o propósito con testigos presentes. tener en cuenta que se trate de cuestiones posibles de realizar.
Por último, por qué no aprovechar la Navidad para cambiar la mirada sobre el otro. "Mirarlo al otro desde las posibilidades, desde lo que es y no desde lo que le falta", agrega.
LA GACETA

Le robaron a su hijo hace 60 años,
puso un aviso en Internet y lo encontró

Una peruana que vive en Mendoza logró recuperar a su hijo gracias a la web. Apenas dio a luz, sus suegros de lo arrebataron y no supo más de él. El emotivo encuentro en una terminal de ómnibus.


Hace unos días, Gloria Delfina Guzmán (80) y Orlando Ignacio Villanueva (59) se dieron un abrazo interminable en la estación de ómnibus de Mendoza. La escena no tendría nada de particular si esa muestra de cariño no tuviese 59 años de ausencias.
El hombre, un albañil del barrio San Martín, ha recibido el mejor regalo de todas sus Navidades: conoció a su madre de la que fue arrebatado cuando tenía días de vida.
El reencuentro entre madre e hijo estuvo precedido de varios intentos fallidos, que incluyeron, en los últimos años, el comentario desalentador de algún familiar: "Seguro que tu madre ya ha muerto".

La llave que abrió la puerta de este volver a vivir fue posible merced a la altruista tarea de un porteño, Carlos Svenson (47). Se trata de una especie de "caza" personas, que vio el pedido en internet e hizo el contacto.

Hoy la reaparecida Gloria, Orlando y un numeroso grupo de parientes, se aprestan a celebrar dos acontecimientos: los 80 años de la dama y la Nochebuena, en el más absoluto clima de felicidad.

El suceso tiene un comienzo doloroso, de exclusión y discriminación. Una joven Gloria, peruana de nacimiento, se había instalado en tierras mendocinas, a fines de los años 40 sirviendo al cónsul chileno de la época. Cuando éste fue trasladado a otro destino, la nativa de Cuzco se quedó en Mendoza. Un muchacho coqueteó con ella y el romance dio por fruto a su primer hijo, Felipe, hoy de 62 años.

Cuando el causante de la maternidad desapareció, Gloria conoció a una familia chilena, dedicada a la minería y se unió con Orlando del Carmen Villanueva, nacido en Atacama. Con él y sus suegros se fue a vivir a Casa de Piedra, en la precordillera, donde el grupo se dedicaba a la extracción de uranio en la mina Guamparito. De esta relación, nació el 25 de marzo de 1951, en el ex hospital Emilio Civit, el hijo que ahora encontró.

Cuando los padres políticos se enteraron de que la muchacha (por entonces de 22 años), había tenido de soltera otro vástago, con actitud despiadada y ladina, le quitaron la criatura y abrieron la separación para siempre. "Mi marido no hizo nada, consintió la decisión de sus padres y me quedé con las manos vacías, sola con Felipe, el primogénito", relató frotando nerviosamente las manos.

El chico fue dado en tenencia a los suegros, por medio de una maquinación judicial, en la que se decidió que la muchacha no tenía cómo afrontar la crianza del bebé, y perdió su tenencia.
Gloria tenía todas las de perder y perdió. Se fue a vivir a Buenos Aires, con el chico más grande. En la gran urbe, formó una nueva familia y tuvo tres descendientes más: Roberto (51), Roque (48) y Jorge Antonio (47)
En el relato tercia Orlando. "Crecí convencido de que mis padres eran los que comían conmigo y me atendían, cuando en realidad eran mis abuelos. Y mi verdadero progenitor, Orlando del Carmen, oficiaba como mi tío. Sin embargo, algo me llamaba la atención: él me iba a buscar a la escuela (a la Carlos María Viedma, hoy Eva Perón) y como era travieso y con notas que dejaban mucho que desear, él me zurraba’ de vez en cuando. Yo me decía ¿porqué mis padres no me dicen nada y éste me da coscorrones?".

El padre -denominado tío- murió en un accidente de tránsito en Chile, donde todos se habían ido a vivir, a fines de los 50. "En el velatorio, un primo lejano, ignorante del secreto, me recriminó porque jugaba cuando en el cajón estaban velando a mi padre. Ésa fue la primera revelación que tuve, pero era todavía un chico", comentó.
Cuando con el tiempo murieron los padres-abuelos, una tía política, Fresia Barrionuevo, violó el código de silencio de años y le contó quién era su progenitor. "Ella no quería seguir apañando la cruel mentira", evocó Orlando, que por entonces era un muchacho quinceañero. Fue el momento en que comenzó el rastreo de la mujer que le había dado la vida.

Un joven Villanueva buscó su cordón umbilical de diferentes formas y hasta recurrió, en épocas más cercanas, al ciclo de televisión, "Gente que busca gente", aunque sin resultado. Gloria también hizo sus intentos y en un viaje de hace 30 años a Mendoza, para legalizar documentos personales, se presentó en el escuchado programa de radio Nacional, "Por los senderos de la Patria", que conduce Ángel Rodríguez. El llamado surcó el éter, pero nadie respondió. También fue a la casa de calle Jacinto Benavente, de Guaymallén, donde "Orlandito vivía cuando me lo quitaron". No había rastros.
Comprendiendo la angustia que embargaba a su mamá, por no poder volver a ver al hijo perdido, el hermano mayor, Felipe, puso un aviso de solicitud de paradero en un sitio virtual identificado como MundoAnuncio.com.ar, y allí la historia pasó a tener como protagonista a Carlos Svenson, el hombre que interpretó la solicitud de paradero y dio con Orlando Ignacio, gestando la mágica conexión.
Sin decirle nada a la madre, los hijos porteños la citaron un día a la casa de uno de ellos y cuando todos estaban reunidos, sonó el teléfono. En el otro lado de la línea, alguien dijo: "Hola, mamita, mamita..."
"Creí que me iba a morir de la emoción", comentó la señora. "Debieron pasar casi 60 años para que escuchara esas palabras, adoradas por cualquier mamá del mundo, y que yo me había perdido durante tanto tiempo", apuntó.
El siguiente paso fue armar el viaje a Mendoza, acompañada por Felipe. En el andén de la terminal, madre e hijo mendocino se entrelazaron en un abrazo que pareció eterno.
losandes.com

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